sábado, 8 de noviembre de 2008

Toros, crisis de afición que no de subvenciones


Los empresarios taurinos "aseguran" que las corridas son un espectáculo con gran número de seguidores, pero al mismo tiempo renuncian a explotar plazas de toros por falta de público y reciben sustanciosas subvenciones

Cuando desde el mundo taurino, en un intento de confundir y de engañar a la opinión pública, se asegura que las corridas de toros gozan de una estupenda salud y que son un espectáculo seguido y defendido por un gran número de ciudadanos, quieren hacernos creer con tal trápala que la creciente sensibilidad a favor de la prohibición de esta forma de tortura legalizada es una patraña esgrimida por cuatro animalistas desquiciados que no responde a la realidad. Valgan de ejemplo las muy recientes declaraciones del conocido ganadero Victorino Martín a propósito de la presencia de la Fiesta en los medios de comunicación: “Estamos maltratados y agraviados. No se entiende que el segundo espectáculo de masas de este País no esté en la televisión estatal”.

A ver cómo hacemos para digerir los argumentos de los taurinos desde la honestidad. Difícil, muy difícil es admitirlos como sinceros y no dudar de la honradez moral de sus propagadores si analizamos tanto sus manifestaciones en otras circunstancias como su comportamiento en un aspecto en el que jamás van a mantener el engaño que utilizan frente a la Sociedad por conveniencia: la salvaguarda de sus intereses económicos cuando van ligados a este sector.

Podrán, cara a la galería, asegurar que las plazas están a rebosar; que la afición tiene repuesto en las nuevas generaciones; que lo que ellos llaman “arte” – yo prefiero denominarlo sadismo- entusiasma a una mayoría de la Población. Podrán, en un intento de acicalar para hacerlo atractivo un crimen todavía consentido, hablarnos de la “Fiesta más culta” y echar mano de Hemingway o Lorca, como suelen hacer, pretendiendo que la mención de sus nombres nos sirva de indiscutible aval para enaltecer el tormento que sufre el toro; ahora resulta que el hecho de ser un novelista o un poeta afamado lleva parejo el que tengamos que comulgar con todas las filias del escritor, como si entre los grandes artistas de cualquier disciplina no los hubiese con ideas sobre determinadas materias cuando menos cuestionables. Pero claro, a falta de razones tiran de tópicos que a estas alturas muy pocos se creen ya, empezando por ellos mismos.

Sin embargo y centrándonos en la cuestión de si las corridas de toros tienen muchos o pocos seguidores y aún dejando de lado las encuestas –que una y otra vez corroboran que alrededor de un 80% de los ciudadanos están en contra- el mejor indicador de cuántos partidarios tienen es la propia actitud de los que viven de la tauromaquia, pero no el guión que ya se saben de memoria a fuerza de repetirlo y que tiene el mismo valor que el sufrimiento del toro para ellos, ninguno, sino sus decisiones cuando se ve afectado su bolsillo. Porque a la Sociedad intentarán confundirla, pero lo que es cierto es que ellos mismos no se van a engañar ya que está en juego su dinero y ante eso, no hay farsa que valga.

Si yo tengo un negocio que vive de la asistencia del público al mismo; si el número de apasionados a la actividad que ofrezco es tan extraordinario que constituye el “segundo espectáculo de masas de este País”; si la Mesa del Toro, en su desesperado y patético intento de que desde el Parlamento Europeo no llegue cualquier día las prohibición a esta salvajada, se presentó en Bruselas con toda su parafernalia de trajes de luces, banderillas, capotes y estoques, afirmando que “toda España” gritaba ¡Olé! cuando se hundían los catorce centímetros de hierro de la pica en cuerpo del toro reventándolo internamente; si todo eso es cierto… ¿a cuento de qué voy yo, empresario taurino, a tener miedo de que mi ocupación resulte ruinosa para mí?. Cualquier propietario de una firma daría saltos de alegría si aquello de lo que vive es el entretenimiento que ocupa el segundo lugar en las preferencias de los ciudadanos y encima, teniendo la exclusiva de su representación en determinada zona, como ocurre con los que explotan las plazas de toros.

Pero he aquí que nos encontramos con noticias como la siguiente, fechada esta misma semana: “La Empresa Sarot Asesores, S.L. ha manifestado al Ayuntamiento de Teruel su deseo de abandonar la explotación de la Plaza de toros por su falta de rentabilidad económica…Juan José Marqués, Gerente de Sarot Asesores, S.L., comentó que en los últimos años la Empresa ha perdido mucho dinero, porque va muy poca gente a la plaza”.

Yo no tengo ninguna duda de que en una mesa de debate, teniendo enfrente a personas comprometidas en poner fin al maltrato a los animales, los mismos señores que admiten en otro ámbito que las plazas están casi vacías y que cada día hay menos afición, dirían que no hay español que no beba los vientos por José Tomás y que todos disfrutamos viendo la secuencia: “pica haciendo el mete-saca, banderilla ensartada, estocada, toro tambaleándose, toro vomitando sangre y toro ahogándose entre estertores”. Pero luego, cuando ya no necesitan emplear sus dotes teatrales, cuando ya no están representando la función mediática, cuando lo que está en juego es su patrimonio, entonces no tienen más remedio que admitir que las corridas no son el segundo espectáculo de este País, que las plazas no se llenan y que no es cierto que haya relevo generacional entre los aficionados.

Por eso tiemblan de tal modo y empiezan a hablar de agravio, de maltrato –ellos, de maltrato, cuánto cinismo, si no fuese tan trágico el asunto sería hasta gracioso que los que viven de la tortura de seres vivos se sientan maltratados- al saber que ya está circulando por la calle la idea de negarnos a colaborar económicamente de modo forzoso con la tauromaquia a través de las subvenciones que recibe de todos los españoles por medio de la declaración de la renta. Comprenden que sin esa importante inyección de dinero se acabó su negocio, una actividad brutal y repugnante que como es lógico a medida que la sociedad progresa, va perdiendo simpatizantes y seguidores. De ahí sus intentos farfulleros y ridículos de querer embaucar a la ciudadanía y a los representantes políticos europeos, tratando de dotar de gran trascendencia y repercusión a su particular exhibición de la tortura sobre criaturas irracionales y de ese modo seguir recibiendo unas partidas de fondos sin las cuales, se les viene abajo todo el entramado, un montaje macabro apuntalado en el dolor, la crueldad, las mentiras y la muerte.

Claro que si por un lado la Sociedad cada día se expresa de forma más generalizada y contundente en contra de esta carnicería, si se suceden los actos de protesta, si el activismo a favor de los derechos de los animales está más vivo que nunca, si los medios de comunicación se van sumando a este sentimiento que aboga por acabar con tradiciones sanguinarias e inhumanas, por el otro vienen gobiernos regionales como el de la Comunidad de Madrid, que en los presupuestos de 2009 destinará un total de 367.900 euros para “la promoción económica, cultural y educativa de la Fiesta de los toros”, así como 2,6 millones de euros para la ejecución de las obras necesarias para el mantenimiento de la Plaza de las Ventas –una iniciativa muy loable si se dejase de celebrar en la misma el suplicio y muerte de toros y se emplease únicamente para actos formativos y lúdicos para el Pueblo sin exaltación de la tortura- y por si fueran poco esas cantidades, la Señora Esperanza Aguirre también dedicará 600.000 euros para “subvencionar espectáculos taurinos y promocionar su dimensión social y cultural”, ya que según se indicó desde el Gobierno madrileño: “la promoción de la Fiesta de los toros es una capítulo calificado como importante”.

Y ahora, ¿qué hacemos?, ¿tragamos, lloramos o expresamos nuestro parecer de forma clara?. Se permite el Partido Popular de Madrid hablar de la función educativa y cultural de las corridas de toros y de promoverlas dado el alto interés que, según ellos, tiene esta atrocidad para todos los ciudadanos, niños incluidos por supuesto. ¿Labor educativa?, ¿cultura?, si los políticos que gobiernan en Madrid se creen realmente que el sufrimiento de un toro, su agonía y su muerte cumplen una función pedagógica e instructiva es que padecen algún tipo de patología incompatible con la responsabilidad de administrar y gestionar los intereses del Pueblo, y si saben que tales afirmaciones constituyen una aberración, entonces no son dignos de ostentar sus cargos por mentir conscientemente a los ciudadanos.

Las corridas de toros tienen los días contados y su fin va a venir tanto porque no podemos seguir consintiendo que el dolor, la violencia, el abuso sobre otros seres y el crimen sigan siendo actividades legitimadas por un Código desfasado y ennoblecidas por unos cuantos partidarios de las mismas que, por no respetar, no lo hacen ni con el derecho de los niños a que no se les transmita la brutalidad como un valor lícito y positivo y también, porque no tardando llegará el día en que todos los ciudadanos que están en contra de un espectáculo tan inmundo digan que ya basta de financiarlo a la fuerza. En ese momento cerraremos uno de los capítulos más nefastos y vergonzosos de nuestra historia y con él, la tremenda e intolerable afrenta que supone que a falta de servicios públicos adecuados, necesarios y exigibles, se empleen tales cantidades de dinero en subvencionar corridas de toros o bestialidades como el Toro de la Vega de Tordesillas o el Toro Júbilo de Medinaceli, tradición cafre y feroz esta última donde las haya y que por cierto tendrá lugar este mismo mes. Pero no van a gozar de la impunidad mediática y del desconocimiento por parte de la Sociedad del que disfrutaban estos energúmenos en ediciones pasadas, porque este año van a ser muchas las personas que acudan en autocares desde diferentes puntos de España el próximo domingo día 9 a la Localidad Soriana, con la intención de expresar su repulsa a que se “distraigan” ensartándole unas bolas en los cuernos al toro con material inflamable, que les prendan fuego y que el animal corra despavorido mientras caen sobre él restos incandescentes que lo abrasan. Así es como se divierten los “angelitos” de Medinaceli que organizan y participan en su Toro Júbilo y en ese pasatiempo dantesco, también se emplea dinero público. ¿Lo seguimos consintiendo?.

Julio Ortega Fraile
http://www.espana-liberal.com/20081107-toros--crisis-de-aficion-que-no-de-subvenciones.html

No hay comentarios: